En defensa del català
Aquests dies hem vist una important protesta a les Illes davant el decret sobre la reforma educativa i l’anomenat trilinguisme, que incorpora l’anglès en detriment del català, i encara que amb menys força, a Catalunya també hi ha hagut protestes respecte a l’anomenada Llei Wert.
Res de nou a l’horitzó, però penso que si bé per una banda cal defensar la nostra llengua autòctona enfront els intents d’uniformització castellanitzadora, no tan sols des del punt de vista idiomàtic sinó fonamentalment històric, no es pot deixar de pensar en els dirigents polítics castellanoparlants analfabets, illetrats, incultes, llecs, profans, rudes, ignars, rucs i toixos que teòricament han de resguardar, protegir, preservar, mantenir, conservar, retenir, reservar la seva llengua i enlloc d’això s’arraconen en una picabaralla vers el català mentre estan abandonant el seu propi idioma a mans dels anglosaxons. Però alerta!!! Resulta que molts dels defensors de la nostra llengua també sospiren per canviar el castellà per l’anglès, en una carrera per veure qui s’acosta més als dictats lingüístics-culturals-històrics-polítics de l’imperialisme nord-americà.
A España li manquen centenars, milers de Rafaeles Sáncheces Ferlosios per tal de defensar, enriquir, dignificar i mantenir la seva llengua enfront la penetració anglosaxona, però a Catalunya ens manca el mateix, doncs res més allunyat de la coherència vers una construcció nacional independent que bescanviar el castellà per l’anglès, agenollant-se així a un colonialisme cultural molt més cruel i allunyat de nosaltres que el castellà.
Penso que la defensa del català enfront els intents homogeneïtzadors del castellà, ha de ser equivalent a la defensa del castellà enfront els intents homogeneïtzadors de l’anglès, i fins i tot més, ja que d’aquests dos intents, un pertany a un subimperialisme en franca decadència, i l’altre a un imperialisme fins avui dia hegemònic. I és que no es tracta només de qüestions idiomàtiques, aquestes simplement són una part de l’imperialisme cultural que se’ns cola dins les nostres vides, a través dels diversos mitjans de comunicació, de l’oci-espectacle de masses, de l’acadèmia…, i que ens va marcant unes pautes morals i de consum molt determinades.
Aquest escrit que adjunto, aparegut a la pàgina d’internet dels periodistes cubans, que sembla que va ser escrit per una persona espanyola, penso que és il·lustratiu del que està passant, doncs els mots dels que en fa esment, avui a Catalunya dissortadament també s’estan imposant en detriment del català.
Josep Consola, Octubre 2013
Du yu EZ-pic inglish? O la Pasión por los Extranjerismos
Publicado por Maggie Marín en fecha 5 Mayo 2013, en “En el mundo, En Nuestra América”
Se supone que esta carta la escribió una simple ciudadana a un programa de gran audiencia en España, hace ya algún tiempo, para que fuera leída en directo. Lejos de perder actualidad, conforme pasa el tiempo y la penetración cultural gringa prospera no sólo en Europa, claro está, gana actualidad. Vea usted mismo si llevo o no razón.
Desde que las insignias se llaman pins, los maricones gays, las comidas frías lunchs, y los repartos de cine, castings, este país no es el mismo. Ahora es mucho, muchísimo más moderno.
Antaño los niños leían tebeos (revistas de muñequitos) en vez de comics, los estudiantes pegaban posters creyendo que eran carteles, los empresarios hacían negocios en vez de business, y los obreros, tan ordinarios ellos, sacaban la fiambrera al mediodía en vez del tupper-ware. Yo, en el colegio, hice aeróbic muchas veces, pero, tonta de mí, creía que hacía gimnasia.
Nadie es realmente moderno si no dice cada día cien palabras en inglés. Las cosas, en otro idioma, nos suenan mucho mejor. Evidentemente, no es lo mismo decir bacon que panceta, aunque tengan la misma grasa, ni vestíbulo que hall, ni inconveniente que handicap.
Desde ese punto de vista, los españoles somos modernísimos. Ya no decimos bizcocho, sino plum-cake, ni tenemos sentimientos
sino feelings.
Sacamos tickets, compramos compacts, comemos sandwiches, vamos al pub, practicamos el rappel y el raffting, en lugar de acampar hacemos camping y, cuando vienen los fríos, nos limpiamos los mocos con kleenex.
Esos cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han mejorado mucho nuestro aspecto. Las mujeres no usan medias sino panties, y los hombres no utilizan calzoncillos sino slips, y después de afeitarse se echan after shave, que deja la cara mucho más fresca que el tónico.
El español moderno ya no corre, porque correr es de cobardes, pero hace footing; no estudia, pero hace masters, y nunca consigue aparcar pero siempre encuentra un parking.
El mercado ahora es el marketing; el autoservicio, el self-service; el escalafón, el ranking, y el representante, el manager.
Los importantes son vips, el auricular, walkman, los puestos de venta,stands, los ejecutivos, yuppies; las niñeras, baby-sitters, y hasta nannies, cuando el hablante moderno es, además, un pijo irredento. En la oficina, el jefe esta siempre en meetings o brain storms, casi siempre con la public-relations, mientras la assistant envía mailings y organiza trainings; luego se irá al gimnasio a hacer gimjazz, y se encontrará con todas las de la jet, que vienen de hacerse liftings, y con alguna top-model amante del yoghurt light y el body-fitness. El arcaico aperitivo ha dado paso a los cocktails, donde se jartan a bitter y a roast-beef que, aunque parezca lo mismo, engorda mucho menos que la carne. Ustedes, sin ir más lejos trabajan en un magazine, no en un programa.
En la tele, cuando el presentador dice varias veces la palabra O.K. y baila como un trompo por el escenario, la cosa se llama show, bien distinto, como saben ustedes, del anticuado espectáculo; si el show es heavy es que contiene carnaza, y si es reality, parece el difunto diario El Caso, pero en moderno. Entre medias, por supuesto, ya no ponen anuncios, sino spots que, aparte de ser mejores, te permiten hacer zapping.
Estas cosas enriquecen mucho. Para ser ricos del todo, y quitarnos el complejo tercermundista que tuvimos en otros tiempos, solo nos queda decir con acento americano la única palabra que el español ha exportado al mundo: la palabra SIESTA.